La ambición es un poderoso motor, sin duda, pero a esta le falta aún otro impulso. Y aquí interviene otro ingrediente secreto: el propósito. Pero a veces descubrirlo puede que no sea tan fácil como parece.
La crisis propicia la reflexión y el análisis; constituye una ocasión para tomarnos una pausa y hacernos una pregunta incómoda pero fundamental: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? En el mundo prepandemia era posible ignorar este cuestionamiento debido al ritmo acelerado que entonces era la norma; las excusas abundaban. Hoy nos detienen las diferentes crisis que estamos viviendo. Nos obligan a tomarnos un momento para separar lo urgente de lo importante, priorizando, por fin, lo último.
En el emprendedurismo ha surgido una corriente en los últimos años, que está tomando cada vez más impulso. Existen términos que se han popularizado como triple impacto, emprendimientos con propósito o empresas sociales. Lo cierto es que emprender hoy abarca más allá del lucro. La definición de los negocios se ha extendido: Un buen negocio es aquel que, además de generar ganancias, impacta positivamente en las vidas de las personas y en el medioambiente. Solo ganar dinero no es suficiente en el siglo XXI.
Ante este nuevo panorama se nos presentan numerosas interrogantes. ¿Por qué emprendemos? El dinero es una razón válida, por supuesto, pero a estas alturas ya no puede ser la única. ¿Cómo buscamos además impactar en nuestra comunidad, en nuestro ambiente?
Emprender es tal vez una de las mejores maneras de materializar ideas que generan cambios considerables en las sociedades. Un claro ejemplo de ello fue nada menos que Gutenberg, el emprendedor e inventor detrás de la imprenta. La extensión y democratización del conocimiento fue su propósito. Sin embargo, no es necesario remitirnos a los grandes ejemplos universales, cualquier emprendimiento tiene la capacidad y el potencial de producir tanto innovaciones como oportunidades valiosas.
Paraguay está cambiando y puede cambiar aún más. Emprender negocios con propósito es una poderosa forma de incidir hacia una mejor realidad, con oportunidades para que los paraguayos puedan alcanzar su pleno desarrollo en su propio país. Esta nueva mirada equitativa es la que incorporamos a la hora de trazar un proyecto, sabiendo que son personas y comunidades quienes serán beneficiadas.
El emprendedurismo establece un sentido de realidad, de verdaderamente entender lo que cuesta en términos de sacrificio, tiempo y formación para lograr una idea exitosa de manera sostenible en el tiempo. Una cultura emprendedora nos podría ayudar a entender cómo se deben de administrar recursos para el correcto desarrollo, y así orgánicamente transmitir esto a las instituciones que gobiernan nuestro país.
Por otro lado, la conformación de un ecosistema de empresas conscientes que consumen, producen y comercializan con propósito es un paso importante para que la sustentabilidad sea integrada eventualmente en cada vez más empresas del sector privado.
Quizá la referencia a Gutenberg sea excesivamente ambiciosa, pero tampoco hay que temer pensar en grande. Creer para crear. Crear para crecer. Primero, nos mueve la ambición; segundo, nos impulsa nuestro propósito. Estos dos ingredientes son necesarios para animarnos a impulsar cualquier proyecto. Porque todo lo que hagamos tiene la capacidad de marcar un antes y un después en muchas vidas.
Publicado originalmente en LikedIn, reproducido con autorización del autor.