Crecer para aportar

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Crecer para aportar

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El siglo XXI nos invita a repensar nuestras definiciones en torno a lo que consideramos éxito, para que nos enfoquemos cada vez más en lo verdaderamente importante al crecer: nuestro propósito.

En los artículos anteriores escribí sobre Creer para crear, después Crear para crecer, y ahora para culminar la secuencia: crecer para aportar. Cabe señalar que, en primer lugar, cuando hablamos de crecimiento todavía a menudo nos centramos en una noción de éxito determinada; sin embargo, los conceptos están cambiando radicalmente y, dentro de no mucho tiempo, mediremos a las empresas exitosas en términos de legado, es decir, el impacto que hayan logrado en sus respectivas sociedades.

Todo emprendimiento tiene un efecto multiplicador. Muchas vidas son impactadas alrededor de una nueva idea, la cual es a su vez capaz de transformar nada menos que la realidad misma. Como ejemplo, en 1995, un par de amigos de poco más de 20 años de edad, compañeros de universidad, concibieron una solución para que sea más fácil, en aquel entonces, encontrar páginas web. 26 años después, lograron nada menos que introducir una palabra nueva, un verbo nuevo, en todos los idiomas del mundo. Googlear. Es decir, lo que todos los habitantes del planeta hacemos cuando queremos saber algo.

Google sea quizá un ejemplo demasiado obvio de cómo un emprendimiento logra transformar radicalmente la realidad al introducir en poco tiempo un nuevo hábito en todas las sociedades del mundo. El legado del gigante tecnológico es nada menos que el acceso a volúmenes incontables de información, haciendo posible que cada persona tenga al alcance de su mano infinitas bibliotecas más valiosas que la misma Biblioteca de Alejandría. No obstante, existen otros ejemplos que están delante de nuestros ojos, que tal vez no sean evidentes para nosotros. Pero sí lo son para nuestros padres o abuelos.

Av. España 1895; Facebook -- Paraguay de Antes

Av. España 1895

Entre finales del siglo XIX y principios del XX la Avenida España era irreconocible. La abundante vegetación se extendía a ambos lados de la vía del tranvía, las veredas eran anchas y las casonas de entonces reflejaban un tiempo más apacible, casi rural. A lo mejor no es necesario remontarnos a más de un siglo atrás; los cambios en la fisonomía de Asunción son patentes si pensamos en lapsos de tiempo mucho más cortos, por ejemplo, hace 10 o incluso 5 años.

En los últimos años Asunción ha adquirido cada vez más un carácter de ciudad cosmopolita, con todo lo que ello implica. De ciudad recóndita y semirural, hoy es una de las capitales de Sudamérica cuya ubicación estratégica y características la vuelven apetecible a muchos inversionistas de todo el mundo. Esto, claro, se tradujo en oportunidades para más paraguayos.

Mirando ahora al futuro, la pregunta fundamental es: ¿cuál es el legado que buscamos dejar con nuestras organizaciones, proyectos o emprendimientos? Sabemos que todos queremos (y podemos) cambiar el mundo, pero ¿cuáles son los cambios específicos que pretendemos lograr en 5 y en 10 años?

Es importante recordar que nuestro deber con la sociedad no se acaba en el presente; es también una responsabilidad con la sociedad futura, es decir, nuestros hijos, sobrinos, nietos, bisnietos y las próximas generaciones.

El emprendedurismo se ha redefinido y continúa redefiniéndose, y podemos afirmar, sin temor a exagerar, que un emprendedor hoy es aquél que, más que solo iniciar un negocio, busca cambiar el mundo. Existe un antes y un después gracias a esa solución, a ese proyecto soñado y concretado.

Así mismo, existen otras características que hacen al emprendedor de hoy en día. Primero, el emprendedor es una persona de fé en el sentido de que no tiene miedo de creer cuando otros no lo hacen. La apuesta por algo original, para brindar una solución o una idea innovadora, requiere como primer paso una ambición inusitada, una renuncia al temor de ser diferente para apostar por una realidad diferente. De igual manera, todo emprendedor es un creador, crea oportunidades donde antes no existían. Es capaz de crear una nueva realidad o de introducir transformaciones en la realidad actual.

Por último, tal emprendedor entiende que el éxito se mide no solo en ganancias abultadas, sino en términos de contribución. Porque el verdadero emprendedor exitoso es aquél que busca dejar como legado un mundo distinto al que encontró.


Publicado originalmente en LikedIn, reproducido con autorización del autor.

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Agustín Alonso Zapag

Orgullosamente 🇵🇾. Board Member y Shareholders´ Representative en Paracel. Head of Finance en Copetrol y Petrobras Paraguay. Creo en la ambición como un poderoso motor que desafía la lógica y transforma realidades.