Mucho se viene discutiendo sobre el caso del Parque Guasu Metropolitano, que se ubica entre Madame Lynch y el Parque Ñu Guasu. El tema básicamente se centra en el debate de que existe un atropello ecológico realizado por el MOPC por cambiar un sector importante del parque, de lo que sería un bosque a una laguna artificial. En este artículo, voy a presentar algunas razones para evaluar este caso, ante la perspectiva de la ecología urbana y de la conservación de la biodiversidad entendida como parte importante del desarrollo sustentable en el que deberíamos estar trabajando todos nosotros.
La primera pregunta que viene al caso es: ¿En qué consiste una catástrofe ecológica? Para responder a esto se debe contar con un enfoque ecosistémico. Todo ecosistema, como bien dice su nombre está conformado por una serie de componentes vivos (seres vivos) e inertes (medio físico-químico) relacionados entre sí. Es decir, cualquier impacto que altere un componente o una relación del sistema ecológico y éste no pueda recuperarse en un plazo de tiempo razonable, consistiría en un problema. Si esta alteración afecta a procesos ecológicos que conforman servicios ambientales importantes, como la provisión de agua, la regulación del micro clima, la provisión de carne silvestre, la polinización, o si afecta a especies amenazadas de extinción entonces sí se puede afirmar que el problema es importante o catastrófico.
Esto es bien cierto en ambientes naturales, donde los ecosistemas en su mayor parte continúan en estado original sin mucha intervención del ser humano. Pero ¿tiene esta misma perspectiva una ciudad? Una ciudad tiene también un fuerte componente ecológico, en especial en relación a sus áreas verdes, su micro clima y, en algunos casos particulares, la presencia de especies consideradas importantes, como en Asunción podrían considerarse a las aves migratorias. No obstante, se parte de la premisa de que las ciudades son ambientes muy transformados, son ecosistemas antropizados, es decir que los ambientes naturales son muy pocos, y en los casos en que existen, sí podría valer la pena su conservación como espacio natural, como es el caso de la Bahía de Asunción.
El Parque Guasu Metropolitano es un caso donde el ambiente fue totalmente intervenido y transformado desde hace años. Incluso se tiene registros de obras de gran porte desde 1990. Google Earth permite incluso ver en la línea de tiempo de imágenes desde 2002 que el área fue devastada. Una prestigiosa empresa constructora mencionó que parte de esa área fue rellenada incluso con los productos de las excavaciones realizadas para hacer la canalización que trascurre a lo largo de Madame Lynch. Como consecuencia de ese rellenado y elevación del terreno el área fue siendo colonizada por especies de plantas leñosas, ya sea de forma natural como por cultivos programados de árboles. Actualmente es esa cobertura la que está siendo removida para dar a lugar a la instalación de un área de inundación para mitigar los embates del arroyo Itay según los argumentos del MOPC.
Entonces aquí surge el dilema… Si el área estaba severamente transformada e impactada entonces ¿qué es más válido? ¿Mantener un área que parece tender a formar un bosquecillo? ¿Instalar una laguna que puede albergar también un ecosistema acuático importante?
En la materia de conservación de la biodiversidad, cuando un área es transformada se pueden tomar varias alternativas para su restauración ecosistémica. Justamente se habla de restauración cuando tiene la capacidad de volver a su estado original. Otra alternativa es la rehabilitación, que significa que se pueden restaurar algunos servicios ecosistémicos aunque no se pueda volver a su estado original. Y cuando se sobrepasa un umbral de transformación muy severa, que impide definitivamente su vuelta al estado original, se habla de un reemplazo o de una reclamación, que generalmente son espacios diseñados para su uso recreativo a modo de parques naturales.
Las obras realizadas en el Parque Guasu posiblemente son bastante fuertes como para decir que estamos ante una posibilidad de rehabilitación o de reemplazo del ecosistema original. Pero ¿cuál era el paisaje original en esa zona y cuáles eran sus servicios ecosistémicos afectados? Eso se puede apreciar con las imágenes satelitales de años anteriores. De hecho, la toponimia Ñu Guasu señala inequívocamente que el paisaje predominante en la zona fue el de ñu, de campo, que equivale a superficies planas, generalmente bajas, donde predomina la paja colorada, el kapi'i pyta, entre otras hierbas y algunas plantas leñosas. Estas sabanas herbáceas tenían la función de ser áreas recolectoras de agua durante las inundaciones y lluvias severas. Aparte, son estas áreas de humedales las que propician el ambiente necesario para la depuración de las aguas, a modo de filtración y digestión de los elementos contaminantes orgánicos que arrastran las aguas. Incluso en el Parque Ñu Guasu observamos áreas donde se cultivaron árboles nativos que no logran desarrollarse adecuadamente justamente porque el ecosistema no es propicio para este tipo de vegetación.
Desde mi punto de vista personal, no es una catástrofe ecológica lo que está sucediendo en el Parque Guasu. Es cierto que los árboles son importantes para regular el clima en una ciudad en pleno desarrollo urbanístico como la nuestra. Pero también es cierto que existen múltiples posibilidades de arborización en otras áreas y avenidas de la ciudad. Sin embargo no podemos elegir donde emplazar un área de humedal como una laguna. La conservación no se trata sólo de conservar el bosque; también existen otros ecosistemas muy importantes. Una laguna puede contener y albergar especies tan o más importantes como el bosque que actualmente se encuentra allí.
Hasta ahora, se realizaron visitas técnicas al área y no se encontraron especies de aves o mamíferos amenazados que estén en peligro de extinción. Incluso la observación de un felino, como el caso del jaguarundi observado en el área, no aporta mayor importancia a la conservación por ser una especie relativamente común. Aparte de ello, los árboles observados en el área, en general son especies colonizadoras e individuos jóvenes, de reciente crecimiento, fuera de los eucaliptos que no conforman un ambiente ecológico adecuado al entorno natural o de unos pocos árboles que bordean un tributario del Itay que anteriormente formaban un bosquecillo en galería.
¿Por qué no podemos pensar en áreas de lagunas como la que ya existe en el parque Ñu Guasu? ¿Por qué no podemos pensar en que esas lagunas pueden contener animales silvestres como aves acuáticas, garzas, e incluso, si se hacen bien las obras, podrían atraer a aves migratorias que vuelan más de 11.000 kilómetros y que paran aquí en Asunción si encuentran este tipo de ecosistemas? Para qué ir tan lejos, si en Itá mismo tienen una mascota en su laguna, un jakare que todos cuidan y del que se sienten orgullosos.
El problema aquí es que se debe partir de una planificación adecuada, con una visión más general de las cosas y no solamente desde el punto de vista de su función hidráulica o de la posición cerrada que afirma que sacar esos árboles es una catástrofe. El área del Parque Guasu, así como la Bahía de Asunción y el Bañado Sur, comprende un sistema que requiere de una construcción desde las bases bajo la óptica de una ecología integral, tal como nos lo indicó el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si. El planteamiento del Santo Padre es justo, proponiendo la consideración de cuatro ámbitos de factores en lo que respecta a su ecología integral, que son: el cuidado de los ecosistemas; el cuidado del propio cuerpo o salud; el cuidado del alma y del sentido de la vida; y el cuidado con la sociedad y sus instituciones.
Esta visión es integral en lo que respecta a la gente que vive en ella, en nuestra ciudad, y sus necesidades de esparcimiento, en lo que respecta a los servicios ecosistémicos que son necesarios para el buen funcionamiento de una ciudad que quiere un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, y por último, también en lo que respecta a las infraestructuras que requiere una gran ciudad como institución social. La combinación de todas estas visiones es esencial antes de la realización de las obras para poder construir una ciudad sustentable. En conclusión, si el argumento del MOPC sobre la necesidad de un área de inundación y de amortiguamiento del caudal del arroyo Itay en los días lluviosos es cierto, es más correcto restaurar o rehabilitar el área para un ecosistema de humedal antes que convertirlo en un bosque, teniendo igual o más valor ecológico, así como atender a los otros factores mencionados. Claro está, esto siempre y cuando se cumplan con los procesos previos de consultas y acuerdos de base.
13/10/2003
Parque Guasu (donde dice Ñu Guasu) y a la derecha el Parque Ñu Guasu. Imagen de G-Earth del 13 de octubre de 2003. Se observa que el área no posee vegetación forestal salvo un pequeño y discontínuo bosque en galería en un arroyito tributario del arroyo Itay que separa ambos parques.
30/12/2004
Parque Guasu (donde dice Ñu Guasu) y a la derecha el Parque Ñu Guasu. Imagen de G-Earth del 30 de diciembre de 2004. Se mantiene la condición de campo o ñu en la mayor parte del área.
01/09/2009
Parque Guasu (donde dice Ñu Guasu) y a la derecha el Parque Ñu Guasu. Imagen de G-Earth del 1 de setiembre de 2009. Se observa un proceso de arborización general en el sector noreste del parque posiblemente porque el área se drenó y canalizó o por efectos de relleno.
19/05/2012
Parque Guasu (donde dice Ñu Guasu) y a la derecha el Parque Ñu Guasu. Imagen de G-Earth del 18 de enero de 2012. Se observan grandes obras para la instalación de las canchas de fútbol, momento en el cual utilizaron la tierra del centro del área (laguna en construcción). Las canchas de fútbol tienen un área aproximada de 13 ha. También se observa una red de caminos en uso intensivo (líneas de tierra colorada).
31/03/2017
Parque Guasu (donde dice Ñu Guasu) y a la derecha el Parque Ñu Guasu. Imagen de G-Earth del 31 de marzo de 2017. Se observan las condiciones actuales, con la vegetación leñosa más desarrollada, una laguna construida en el área central y las canchas de fútbol que actualmente ocupan una superficie de 15ha.