Vincent van Gogh y la eterna búsqueda de la felicidad

Autorretrato (1889)
Vincent van Gogh

Vincent van Gogh y la eterna búsqueda de la felicidad

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Empezamos el recorrido por los grandes artistas de la historia del arte con quien personalmente creo fue el iniciador del nuevo rumbo del arte contemporáneo ya a finales del siglo XIX: Vincent Van Gogh (1.853, Zundert, Países Bajos – 1.890, Auvers-Sur-Oise, Francia).

Como suele pasar con los genios del pasado, son muchas las leyendas sobre su vida y obra artística. Un artista al inicio incomprendido, casi maledetto, sin casa, sin dinero, sin familia (excepto la profunda relación epistolar con el hermano Theo), sin éxito en vida, pero que a la edad de casi 30 años siente el deseo de empezar a pintar como autodidacta y en pocos años, desde 1.880 hasta 1.890, logra producir unas 900 pinturas y más de 1.000 dibujos. Aquí proponemos una lectura diferente de la vida personal y artística de Van Gogh, descubriendo como en realidad este pintor fue un hombre plenamente enamorado de la vida y con el humilde deseo de ser simplemente feliz y amado, aunque su destino lo llevó a la trágica decisión del suicidio.

Angelus por Jean-François Millet {.main_image}

Primero, para entender la mirada artística de Van Gogh hacia la simplicidad y a la vez la profundidad de la vida, hay que saber que para él su gran maestro fue el pintor francés Jean-François Millet. En realidad nunca lo pudo conocer, pero su admiración hacia el artista francés nacía de la profunda estima y del aprecio que tenía hacia lo que fue considerado el padre del realismo poético francés, el artista que en una obra como El Ángelus (óleo sobre lienzo, 1.859, Museo d’Orsay, París), logró transmitir la simplicidad y la fuerza de la vida de los campesinos que encontraban su descanso y alegría al finalizar las fatigas del día a día juntándose a rezar, simplemente agradeciendo la oportunidad de tener un trabajo y poderlo realizar con el propio esposo o esposa, o sea la felicidad de gozar del don de la vida.

Los comedores de papas por Vincent van Gogh {.main_image}

Esta atención de Van Gogh hacia las cosas simples de la vida ya se puede ver en una de sus primeras pinturas, Los comedores de papas (óleo sobre lienzo, 1.885, Museo Van Gogh, Amsterdam) donde vuelven los humildes trabajadores pero esta vez son las personas que Vincent encontró cuando era un joven misionero en una región de Bélgica y quería seguir las huellas del padre como pastor protestante, deseo frustrado probablemente por su inestabilidad emocional. Pero volvamos a nuestra primera pintura: alrededor de una mesa encontramos a miembros de una familia que bajo la tenue luz de una lámpara comen papas con las manos. Aunque ya podemos detectar el futuro dramatismo estilístico de Van Gogh en la manera de representar con fuerza expresiva los detalles de la pobreza de los cuerpos y del interior de la casa, en realidad en esta pintura vemos como para el artista la felicidad de estas personas esta en comer juntos lo que honestamente se han ganado, está en los pequeños gestos de mirarse u ofrecerse un café caliente, está en el gozar la compañía de la familia a pesar del lugar donde se encuentren, está en el silencio que evoca la niña que da la espalda al espectador como pidiendo respeto para el descanso de sus parientes.

La casa amarilla por Vincent van Gogh {.main_image}

La felicidad para Van Gogh no se encontraba solo en la contemplación de los humildes y honestos trabajadores sino también en la belleza de la naturaleza. Sin duda su periodo de mayor felicidad personal es cuando en 1.888, luego de una estadía en París donde conoce las revolucionarias pinturas coloridas y luminosas de los impresionistas, decide mudarse al sur de Francia, al pequeño pueblo de Arles. Aquí los paisajes cálidos mediterráneos transmitían confianza al joven Van Gogh y lo animaron a pensar en positivo y hasta poder crear una asociación de pintores. Una de las pinturas más célebres de este periodo provenzal es La Casa Amarilla (óleo sobre lienzo, 1.888, Museo Van Gogh, Ámsterdam) en la que se representa con colores cálidos y alegres el edifico donde el artista vivía y alquilaba su famosa habitación, que luego inspiraría una de sus obras más conocidas.

Noche estrellada sobre el Ródano por Vincent van Gogh {.main_image}

Poco a poco su salud mental fue lamentablemente empeorando, pero no fue apagándose su constante deseo de felicidad. De hecho son de los últimos años sus fascinantes pinturas sobre las noches estrelladas donde ya reconocemos su personal pincelada rápida y sus colores violentos y casi matéricos. En la pintura Noche estrellada sobre el Ródano (óleo sobre lienzo, 1888, Museo de Orsay, París) por ejemplo, la mirada fascinada del pintor está toda centrada en la contemplación del firmamento, el mismo que probablemente probaron los amantes que caminaban abrazados aquella noche cerca del río y que el artista representa en el primer plano de la pintura. Podemos entonces imaginar que Van Gogh, mirando la belleza de las estrellas y del cielo con su azul cobalto, nunca se sentía solo, quizás logrando conectarse con algo más grande que daba un consuelo momentáneo a sus inquietudes existenciales así como escribía en una carta: con frecuencia me parece que la noche está aún más ricamente coloreada que el día. Así queremos recordar un pintor como Vincent Van Gogh, que nos ha dejado tanta riqueza artística: como un hombre plenamente enamorado de la belleza de la vida.

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Patrizia Sabatino, MA

Licenciada en Letras con especialización en Historia del Arte por la Universidad de Florencia (Italia), Magister en Planificación avanzada en promoción de la lengua y cultura italiana por la Universidad Ca Foscari de Venezia (Italia). Especialista en metodología CLIL (Content and Language Integrated Learning) integrando la enseñanza de la historia del arte con la didáctica del idioma italiano como lengua extranjera. Ha trabajado como docente de historia del arte en la Licenciatura de Música de la UNA y en la Facultad de Diseño y Arquitectura de la Universidad UPAP. Se ha desempeñado como directora académica del Instituto Dante Alighieri de Asunción y responsable del Examen de certificación internacional de italiano PLIDA. Desde hace 9 años trabaja en el Colegio Santa Caterina da Siena en diferentes áreas. Ha estudiado Teatro Danza en Italia con la profesora Paola Corsi en el Estudio Elibè/Teatro di Behemot de Florencia, ideadora del método "Movimentolistico”.

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